martes, 3 de diciembre de 2013

Desolación



Restos de bits extendidos por el suelo, que a su vez eran componentes de los bytes destruidos durante el ataque. Sus cadáveres descansaban sobre la Placa Madre y yo estaba paseando entre ellos. Saltaban chispas desde los circuitos en derredor.

Era un paisaje desolador, destruido sin saber porqué, ni el motivo, ni la causa, y seguía sin saber como arreglar el Apocalipsis producido, con lo que continuaba la andadura a través del Desierto Megahercio, en busca de una solución.

“¿Era un virus? ¿Era un fallo de tensión? ¿Era un hacker…?”
 
Estas eran las preguntas que cruzaba por mi cabeza, acelerando las neuronas y las descargas eléctricas que las ponían en contacto a las unas con las otras. Analizaba aquella situación y aún no podía asimilar los daños que llegaron hasta el Monte Procesador y la Laguna Gráfica.

Paré a sentarme encima de una ranura PCI para descansar de tan arduo viaje. 

Al hacerlo, recordé haberme puesto unos vaqueros que ahora no tenía y en su lugar se encontraba un pantalón color butano, amplio. Seguí recorriendo mi cuerpo y mi camiseta también había sido sustituida por un material similar.

El espanto llegó a mis ojos cuando ví lo que se encontraba en la mano diestra. Un arma de apertura sónica, que sólo había visto en los cómics. Hice la prueba. Apunté hacia el Monte Procesador y disparé. Fue lo último que hice. Era lo que mantenía el cielo sobre las cabezas de un mundo que ya no existía y mis bits se esparcieron por el suelo.