sábado, 1 de febrero de 2014

Ascensión a la cumbre



Ese fin de semana, escapé de la rutina. La ciudad, el tráfico, el trabajo de oficina. Todo se quedaría atrás, dejando el móvil apagado dentro de la mochila, sólo por si había que utilizarlo de emergencia. Estaba dispuesto a escalar esa montaña que tanto me llamó la atención, una vez que pasé de largo. La quería ver de cerca, sentirla, como en una especie de atracción fatal y sin un motivo aparente.

A las seis, de la mañana empecé la ascensión, a las ocho, tuve que hacer un descanso, reponer fuerzas sobre las nueve y media. Sudor, esfuerzo y tenacidad se unieron esa mañana, siendo como aquella película de Evasión o Victoria, pero en el que se anudaron los dos conceptos en uno, fundiéndose en un gran abrazo. 

El tiempo pasaba, la fauna y la flora iban cambiando de aspecto a medida que mis pies seguían su camino. Después de dejar el suelo firme, ahora transitaba por un cúmulo de rocas, donde la vegetación escaseaba. 

Conseguí llegar a la cumbre sobre la una de la tarde y me preparé para otear un horizonte a vista de pájaro, empequeñeciendo el mundo desde una gran altura. Sin embargo, algo rompió la intensa monotonía del momento,  lo que centró mi atención desde ese preciso momento. 

Un pájaro, que no había visto en mi vida, hacía un nido a gran velocidad. Tenía un color azulado, casi malva. Era inevitable observarle, hipnotizaba en su vuelo. 

Después, paró sobre el nido que había montado, o eso creía yo. Recolocó todas las piezas, una a una, con la misma rapidez que usó mientras volaba. Hasta que se quedó completamente quieto, cuál estatua en su centro. Impasible, impertérrito.

De sus pies saltó una chispa, un pequeño humo, que pronto se convirtió en fuego, y de ahí, en unos segundos, todo su cuerpo se perdía, consumiéndose entre sus llamas.

No sonreí, ni decaí, no hice ningún gesto, ni apenas moví un solo dedo. Parecía como si me hubiera trasladado su quietud, quedé allí, como una roca más de la montaña. Sólo el atardecer me hizo bajar de la montaña e impulsó mi vuelta a la realidad.