martes, 17 de marzo de 2015

Deseos de fuga



Erizadas las pestañas, queriendo huir, aunque las piernas le pesaban enormemente. Las dos córneas sin ser protegidas por los párpados, dilataban la forma de sus pupilas, engrandeciendo el miedo que aterraba lo que estaba introduciéndose en su nervio óptico y arribaba a su cerebro. Su hipotálamo vomitaba hormonas que hacían estremecer su cuerpo, mientras sus glándulas suprarrenales desprendían adrenalina al resto de su cuerpo, que destruían por completo su cordura.

Restos del naufragio de la guerra que había asolado y destruido su ciudad natal, recalaron en ella más espíritus y cadáveres, de los que no se diferenciaba entre un bando y otro. Había llegado tarde con el veneno que tendría que haber pulverizado la vida de aquel monstruo, apenas unas horas antes.

No alcanzó más pensamiento de fuga, puesto que el dragón estaba harto de ruidos metálicos, de ruedas, de espadas, e hizo una última vigilancia. Sus garras acabaron con el miedo del último de los supervivientes.

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