domingo, 10 de enero de 2016

Acechos

Desde la penumbra, desde la oscuridad y su estar a salvo. Con la seguridad de estar entre las sombras, acechaba a su próxima víctima. Era aleatoria. El mismo modus operandi, distintas víctimas, diferentes perfiles. Hombres y mujeres, sin la misma estatura, sin la misma complexión, ni siquiera parecidos. No era para ser evitado como Asesino en Serie, no era por difuminar las investigaciones policiales. Era otra forma de hacer las cosas. Azarosas.

La pregunta es: ¿Por qué cada vez que sucedía amanecía yo con las manos ensangrentadas y la consiguiente mancha entre mis sábanas? Aún sigo sin comprender ni recordar nada de los hechos. Y después, aún con mis sospechas, nunca encontré arma alguna en mis aposentos.

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