sábado, 21 de junio de 2014

Vulneraria



No era época de buen clima, vientos y lluvias se hacían presentes a menudo. Ella estaba acostumbrada a la sequedad, al buen tiempo. No perdía su color rojizo, ni la apertura de su ilusión se desgranaba con facilidad. Su propio nombre la hacía parecer vulnerable, mas no lo era. De tallo fuerte y recio, aguantando vendavales que, para otras plantas, serían prácticamente mortales.

Aún así, se infundía a sí misma el convencimiento de que era pequeña, frágil o demasiado frágil a ciertos acontecimientos que parecían acontecer.

Una noche de tormenta, un rayo cayó, insensible, sobre un roble cercano. Le hizo daño, partió sus ramas y éstas cayeron al suelo. La cicatriz negra de su piel de escamas de madera duraría bastante tiempo hasta que se curase. Ella aguantó estoicamente a la tormenta, dándose cuenta de que su nombre podría estar equivocado. El roble, mucho más grande y fuerte que ella, sólo sobrevivió a un ataque feroz. También podría haber sido peor, puesto que el rayo no trajo con él las llamas que le podían haber hecho cenizas.

Puede, que, su propio tamaño fuera su gran fortaleza. Su corazón la hizo aguantar la tormenta, quizá, porque antes las adversidades, él es el que le hacía crecer y resplandecer.

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