sábado, 14 de junio de 2014

Sensaciones



Por una vez, noto como el Sol es quien me adora a mí. Recorre mi cuerpo, de milímetro en milímetro, con su cálido fragor, causando una profunda sensación de placidez. Mi piel empieza a sentir como pequeñas gotitas de humedad sudorosas se desplazan, despacio y sin detenerse. Abren la boca aspirando la brisa que atraviesan arena y mar, mientras yo empiezo a respirar su ambiente salino.

Poca ropa me cubre, mientras el calor y la humedad se van alojando en la epidermis porosa que cuida del interior de mi cuerpo, protegiéndolo.

Las plantas de mis pies aún tienen el recuerdo de sostenerse sobre terrenos de arena en polvo, de hecho ahora tienen su sabor por encima de ellos. Sólo incorporo el relax, solo transformando mi cerebro, provocando la pereza de las pequeñas neuronas que aún necesitaban actividad.

Las olas se encuentran jugando al gato y al ratón, pacíficamente unas veces, otras, agresivas, intentando hacerse con la brisa marina para sí mismas. Quieren que la bóveda celeste sea su amiga, que las trate de igual a igual.

Momentos, instantes, que se convierten en eternos, sin que el tiempo pase. El trabajo se pospone, debo alimentarme.

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