sábado, 31 de mayo de 2014

Mirando por la Ventana


He tenido que trabajar toda la noche intensamente. La recompensa, quizá, sea de las mejores que he tenido últimamente. Mas arduo ha sido, y al mismo tiempo, creo que resultó más  que perfecto,  glorioso.

Ahora respiro aire puro que entra por la ventana, mirando hacia el infinito soleado y cálido de esta mañana. Una brisa que penetra fría y dulcemente por debajo de mi camisa entreabierta, disipando por momentos la taquicardia que aún está encerrada en mi caja torácica. 

Las pulsaciones han ido bajando, consumiéndose a sí mismas, pero lenta y progresivamente hacia una posición destilada de mi motor interno. Aún desconozco si la adrenalina finalizará pronto de encauzarse en el río de mis venas y arterias, o podre descansar lo que queda hasta el próximo encargo.

La verdad, es que esta vez, disfruté del asesinato y no sólo por que iba a cobrar el triple de lo que normalmente convenía. Se resistió. No fue esta vez tan sólida ni tan cuidada mi obra y tendré que desaparecer por un tiempo. Tuve que limpiar todo y hacer abono con su cadáver. Por eso he estado ocupada hasta la vespertina luz del amanecer. 

Y sólo un pensamiento más: “¿Debería escribir mis memorias como mercenaria? No lo sé, esperaré a que mis hormonas bajen y la serotonina sea más fuerte que la actividad neuronal que ahora me acompaña.”

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