viernes, 27 de septiembre de 2013

Castigo I: Quedaba diminuto (Publicado 5-07-13)


Quedaba diminuto, escaso, pequeño, ante tal espectáculo. Desde los pies de tu cama, observaba cuán largas eran tus piernas, lo lejos que quedaban tu corazón, y aún más lejos tu cabeza. Era verano y dormías con poca ropa, tu piel aparecía por diferentes rincones. Aquel cuerpo provocaba sensualidad, gustaba de ser visto. Se lucía ante mi visión, delante de mis ojos.

Había entrado por la ventana, porque se me negaba el entrar por la puerta. Era mi rato predilecto, con lo poco que podía soñar, con lo máximo que podría acercarme en cualquier ocasión añadida.

Una burbuja había inmensa a tu alrededor, que te protegía, que hacía que hubiera un muro infranqueable, sólo quedaba la perspectiva desde los pies de tu cama. Una maldición me habían puesto, el sólo poder verte sin tocarte, y condenado estaba a visitarte a estas horas. Maldita la limosna que no le di una vez a aquella gitana. Sólo sé que te puedo prometer que buscaré como romper el hechizo.

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