viernes, 27 de septiembre de 2013

Sangre y Puñales (Publicado 28-06-2007)

Murió apuñalada. El mismo cuchillo con el que hacía la comida para sus hijos la mostró el camino de la muerte. Pero esta vez, no lo manejaba ella. Quizá fuera que ella sabía utilizarlo y el resto del mundo no.

Creía haber escapado ya una vez de la muerte y que no la encontraría hasta que se hiciera mayor, que muriera cuando las canas recubrieran su cuerpo. Buena quimera la vendieron. Ahora su sangre esta recubriendo el suelo, se acolmata, se coagula, se extiende, recorre lugares de porcelana. La abandona. Más rápido de lo que a ella seguramente le gustaría, porque no servirá para nada más.

No sabía que él había salido de la prometida y segura cárcel, que la distancia le impidiera para siempre encontrarla, confiaba en la gente. Todo se da al traste cuando alguien llama al timbre y dice un simple “Soy yo”. Ella teme, pero viene de buenas maneras, hasta que el cuchillo llega a manos hasta ahora desconocidas. En las manos equivocadas. Al cuerpo dirigido.

Él no quiere más. Ha cumplido su guión, su expectativa y aumenta la factura de su teléfono móvil. Al otro lado la policía. Su objetivo no era salir y la libertad, era tener la opción de acabar con su espina, la traición de aquello que creía poseer. Su tesoro de trapo. Se rebeló y eso no se perdona. Volver a la cárcel no le importa. Será feliz en su nueva casa y sabe que no devendrá una nueva traición trasnochante.

Por desgracia, hay cuentos en los que triunfa el diablo y mueren las hadas. Allá donde los cuentos se convierten en realidad.

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