No conseguía ver. Era como si le hubieran cegado,
se sentía atado, amordazado. Apenas podría llegar a hablar algo con
aquel pañuelo en la boca. Mas todo alrededor era agradable. Olores,
sonidos como de jardín, de flores, de hierba fresca. Trinos melodiosos
de ruiseñores, canarios y otros pájaros de buen cantar. Agua corriendo
de manantiales invisibles, el ruido del desliz de las aguas.
Era todo
enormes sensaciones, hermoso paisaje que no podía admirar.
Empezó a abrir los ojos. Veía altos edificios, sentía coches a su
alrededor. Había mucha gente a su alrededor. Todos le miraban. Alguien
le cogía del brazo y le ponía su mano en la frente. Decía algo así como
"¿Se encuentra Vd. bien?"
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