viernes, 27 de septiembre de 2013

La Bruja Huberlinda (Publicado 02-12-07)

Huberlinda salía de las sombras, de las profundidades de los bosques. Todo el mundo la temía en el valle, allende las montañas. Gustaba de torturar a sus víctimas hasta darles a beber un sorbo de un experto asesino líquido. Aún lo peor era sobrevivir a tal ungüento: El plan alternativo era un golpe de hoz que partía la garganta...

Era bruja negra, poderosa y cruel, cuál mantis religiosa se comía después a sus víctimas, en crudo. Los huesos del desgraciado quedaban pulidos para siempre...

Decían de ella que podía adoptar forma de lobo, de cordero, de flor, de lo maravilloso y de cualquier apartado sobrenatural. De viento, de nieve, de lluvia ácida...

Solo temía una cosa: el ser vista. Siempre llevaba la cara tapada, siempre surgía de la oscuridad. El fuego era lo único que los lugareños podían usar en su contra, o quizá un espejo en el que se viera reflejada...

Hace años de esta turbulenta leyenda, que empezaron a contar nuestros ancestros a los niños para asustarlos. Cuando era pequeño, era grande mi temor a que llegara Huberlinda. Para mi hijo, supone un cuento más... y me dice: “¿Papá, tan mayor y creyendo en las brujas?” Y yo le respondo: “No las olvides, siempre están ahí...”

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